viernes, 20 de septiembre de 2013

ÚLTIMO CAPÍTULO

Poco queda que contar porque de París debíamos bajar a Madrid y dar por concluido este periplo. Habíamos quedado con unos amigos que viven cerca de Pamplona, así que dividimos el itinerario en dos jornadas, una hasta Perigueux, a unos 130 Kms de Burdeos y otra hasta Pamplona. Dos etapas de 500 Kms que se salen de la norma porque nosotros no solemos hacer más de 350 al día. Efectivamente. No sé cómo lo hacemos pero las pasamos canutas para llegar a destino con luz de día; no queremos conducir de noche. A salir de Paris nos encontramos con unos atascos descomunales, después nos empeñamos en no tomar autopistas de peaje con lo que las horas pasaban y no avanzábamos. Esto, combinado con las paradas a comprar comida, a ver mercadillos, a comer, a echar gasolina, etc, nos lleva a la conclusión de que cada día nos parecemos más a los hippies a la hora de viajar.
La planificación del día primero (Paris/Perigueux) fue estupenda: debíamos evitar autopistas salvo la que iba de Orleans a Limoges, que no era de peaje. Bueno, pues al llegar a Orleans nos equivocamos y tomamos otra autopista que iba hacia Tours y además de peaje. Lo bordamos. Al final no pudimos volver a tomar la autovía buena y tuvimos que seguir por carreteras secundarias. Eso sí, fuimos por la ruta del Loira viendo los famosos castillos.
Se hacía de noche y renunciamos a llegar a Perigueux. Vimos un restaurante con un parking amplio y agradable. Le dijimos a la dueña que si nos dejaba pasar la noche en el aparcamiento cenaríamos en su restaurante. Nos dijo que por supuesto. Éramos los únicos clientes y nos puso la comida que tenía. Es fantástico no tener que elegir entre varios platos de la carta. Entremeses y ensalada de primero y pollo asado con puré de pois cassés (guisantes rotos). Todo muy rico.
En Francia, baguette, queso y salchichón

Sofi "mangando" uvas
Os explico por qué teníamos empeño en llegar a Perigueux. Hay una asociación española de amigos de las furgonetas Volkswagen, en realidad es un foro en internet, que tiene una sección llamada “Lugares Furgoperfectos”. Son sitios que los usuarios han usado para pernoctar, gratis, y con alguna ventaja añadida como belleza del paraje, acceso a un grifo de agua, WC, y, sobre todo, que no venga la policía a los tres de la madrugada a decirte que ahí está prohibido aparcar/acampar. En este caso había un lugar “furgoperfecto” en mitad de la villa, junto al río, con agua y WC. Perfecto. Por desgracia se nos hizo tarde y no pudimos llegar hasta ahí. Sitios como éste hay a cientos por toda la península y por muchos países europeos. La labor de estos furgoneteros es muy de agradecer.
El día siguiente fuimos hasta Artazu, cerca de Pamplona, donde Jordi y Matilde nos acogieron de maravilla. Nos dieron cena, cama y conversación agradable, ¿Qué más se puede pedir? Gracias amigos.
El último día teníamos como objetivo llegar a casa, a Madrid. Nos paró la Guardia Civil y descubrieron que la ITV estaba caducada. En este tipo de vehículos es válida por seis meses. Ya la había pasado en Marzo contando con que la furgo se quedaría en Tanzania, pero con el cambio de planes tuvimos que circular “Ilegales”. Total: multa de 200€ pero antes de que se pusiera a escribir la receta le conté lo del viaje que habíamos iniciado con destino Tanzania, lo del golpe de estado en Egipto y la turné que habíamos hecho por Armenia, Georgia, Ucrania, etc. “Si quiere le enseñamos los pasaportes, ahí verá los sellos de los visados” dijo Alegría. “Enséñemelos” respondió el agente con  ganas de pillarnos en una mentira. Cuando le dimos el pasaporte puso mucha atención en los sellos y en las fechas de entrada y salida de los países.  “Está bien, pueden seguir”. Uuffff! La verdad es que el hombre fue comprensivo. Nos podía haber crujido.
Y llegamos a casa sin mayores contratiempos. 22.000Kms y 15 países en tres meses. Diré a título personal que el viaje me ha encantado, quitando la decepción tras la supresión del ferriyTurquía/Egipto que nos impidió saltar a África, he de reconocer que ha sido un viaje estupendo. Me ha gustado la tradicional generosidad de los turcos, la amabilidad y buen talante de los georgianos, los paisajes de los altiplanos armenios y sus gentes, la vitalidad de Bulgaria y Rumanía y las grandes llanuras de Ucrania. No era el viaje que había estado preparando desde hacía muchos meses, pero ha valido la pena.
Gracias a todos por habernos seguido.

Alegría, Sofía, Luis y Pepe

FRANCIA

Ya conocíamos Metz Ale y yo de hace dos años cuando fuimos a Rusia con Begoña. Estaba en el camino y habíamos conseguido un hotel Fórmula 1 a buen precio en esta ciudad. A Sofi le encantó la tremenda catedral, el casco antiguo y el río Mosela, de tamaño familiar. La reserva del hotel había fallado pero lo pudimos arreglar y así pasamos la noche en uno de nuestros hoteles favoritos:
Los hoteles Fórmula 1 son una cadena francesa, creo, que a base de ubicarse en zonas industriales, de construir a base de módulos prefabricados, de contratar un mínimo de personal, de ofrecer unos servicios básicos pero suficientes y de operar casi en exclusiva a través de internet, consigue ofrecer unos precios realmente bajos. La habitación triple cuesta alrededor de 30€. Normalmente el camping sale más caro. Por eso nosotros siempre que tenemos oportunidad vamos a F1, somos adictos. El único problema es que no suelen estar en el centro de las ciudades, salvo en Metz que estaba a 20 minutos andando.
Durante el paseo exploratorio nos topamos con una banda que tocaba en directo en los soportales de la avenida principal. Muy buenos, especialmente el cantante que hacía payasadas de todo tipo. Nosotros nos preguntábamos “¿Qué se ha metido ese muchacho?” Tocaban rock con mucho ritmo y parecía que las letra iban por el camino de la reivindicación social (no se le entendía un carajo). Cena en un italiano y a la camita gustosa del F1.
Música en directo
La catedral de Metz al fondo

En París nos separamos. Ale y Sofi se fueron a ver mercados y mercadillos y yo me fui al museo del ejército. Las mujeres a lo suyo las compras y los trapitos y los hombres a ver cañones; hay cosas que no cambian. Me gustó el museo. Me tiré más de 4 horas y eso que sólo me dediqué a las dos guerras mundiales. Allí aprendí lo básico de la primera, la división territorial que había en Europa antes de la guerra, el tratado de Versalles y cómo quedó el continente después del conflicto. De la segunda me llamó la atención todo lo de la campaña del desierto (norte de África) y el desembarco de Normandía. Ni mención a los españoles que combatieron en la guerrilla a favor de Francia. Vi la foto de la firma del reparto de Europa en Yalta, donde habíamos estado pocas semanas antes. Por lo demás me decepcionó la falta de cacharros de guerra como tanques, aviones y cachivaches de ese estilo que son los que me gustan. En Londres se pueden ver más cosas de estas. Las chicas tampoco perdieron el tiempo. Estuvieron en el mercadillo de la pulga “Marché au Puces”, en el de La Bastilla, en el de los pájaros, junto a Notre Dame y en otro en Montreuil. Infatigables.
Volviendo al asunto de las carreteras secundarias, aquí también circulamos por algunas, en este caso muy buenas porque se podía ir a velocidad de autopista (de peaje en Francia) y el paisaje y los pueblos que atravesamos eran francamente bonitos. Creo que en Francia no hay pueblos feos, los han debido quitar todos.
Dirección Paris. Carretera secundaria

lunes, 16 de septiembre de 2013

ALEMANIA

Entramos en Alemania por la tarde y decidimos parar en una de las primeras ciudades que encontramos, visitarla, cenar y volver a la autopista a dormir en un área de descanso. Llovía a mares cuando acampamos, mejor dicho aparcamos junto a los camiones. El ruido de los vehículos pasando por la “autobahn” no impidió que durmiéramos a todo trapo. Esta vez nos metimos los tres en la furgo. Confort a tope. Nos vimos una serie que teníamos grabada, pusimos la calefacción estática (sistema auxiliar que funciona independientemente del motor) y con calorcito, a la cama. Lujo asiático. Hicimos otra “acampada” de este tipo al día siguiente, también sin contratiempos. En Alemania está permitido pasar la noche en estos lugares. Nadie, ni la policía, te dice nada, un placer. Además muchos de estos sitios cuentan con WC, lavabo y algunos hasta con ducha.
El segundo día fuimos a una ciudad muy recomendada por nuestro hijo Javi. Rothenburg. Él la había visitado en su viaje de fin de curso del año pasado y le había gustado.  Ciudad medieval con edificios conservados o rehabilitados al detalle, con castillo y muralla espectaculares. Es una ciudad, yo diría pueblo, no muy grande. Mucho turismo. Demasiado.
Rothenburg


Para que os orientéis, estamos al sur de Alemania, como a unos cien Kms de Munich.
Quiero comentaros el placer que es viajar por este país usando carreteras secundarias. Es otra película, parece otro país. Normalmente cuando se viene aquí en coche se tiende a circular por las espléndidas autopistas germanas. Sin embargo al salirte de ellas ves mejor los paisajes, atraviesas pueblos, ves granjas, ganado y gente de campo. Además no hay excesivo tráfico con lo que la conducción es placentera. Eso sí, la velocidad media baja considerablemente. Esto sólo se puede hacer si se dispone de tiempo. (“Qué hippies somos”). Gracias a esto pudimos cruzar, por sorpresa, el rio Rin en un transbordador. Fantástica experiencia. Inmenso río.
Transbordador sobre el Rin

"Big foot"
En un momento dado decidimos buscar un lugar para almorzar. Tomamos un camino que se adentra en un bosque, es una pista estrecha por la que sólo cabe un coche. “Esperemos que no venga nadie. Esta zona es muy remota y apenas hay tráfico” Dijo Alegría. Desplegamos la comida, vasos, platos, cubiertos,… y en ese momento ¿qué es lo que aparece por el caminito? No una bici ni una moto ni un coche. Aparece un bulldozer inmenso más una camioneta con una cuadrilla que venía a hacer labores de limpieza en el bosque.  Tuvimos que movernos hasta el inicio del camino, junto a la carretera. Creíamos que ya estábamos tranquilos, pero a los pocos minutos volvía la máquina mastodóntica queriéndose meter precisamente por otro camino que nosotros estábamos cerrando. Menos mal que el conductor era un manitas y con un par de maniobras metió la máquina en la espesura de nuevo.  Ley de Murphy.

REPÚBLICA CHECA

Llegamos a Brno tras cruzar la frontera Eslovaquia/República Checa sin enterarnos. Nosotros que hemos vivido y viajado por áfrica apreciamos mucho esto. ¡Viva la Unión Europea! Perdonad que lo repita una y otra vez pero es que nos parece uno de los logros de la humanidad.
Brno
Brno


También he de repetir lo de “bonita ciudad”, pero Brno tampoco tiene desperdicio. Es, al fin y al cabo una ciudad típica de Europa Central, con su centro histórico, su catedral, su zona peatonal con ambiente, sus tranvías y sus turistas.  A mí, que tengo 59 años, este sitio me recuerda a Ángel Nieto, en los años de sus carreras del campeonato del mundo de motos. Uno de los circuitos donde se batía el cobre era en Brno. Allí peleaba a muerte con Jan De Vries.
Poco hay que decir de Praga, una de las ciudades turísticas de Europa por excelencia. Dimos con un buen albergue donde conocimos a un español pedorro, al enterarse de que éramos paisanos ni nos dirigió la palabra. Peor para él. En el sótano había un restaurante que resultó ser uno de los mejores de la ciudad, y a precio de estudiante. Pedimos sopa de gulash, hamburguesa, otro plato con carne y ensalada. Todo riquísimo. Se nos enrolló un hombre que estaba sentado en la mesa de al lado recomendándonos la lengua. La pedimos, pero estaba agotada. “Aquí la comida es OK” le dije. “No, la comida no es OK, la comida es perfecta” me dijo. Tenía razón.
Ale y Sofía fueron a un museo y llegaron a una conclusión: los pintores rusos de los años del socialismo han sido borrados del mapa. No sólo en este país, sino en todos los que hemos visitado. Alegría, que ahora está interesada en la pintura porque está aprendiendo a dibujar, se ha dedicado a buscar pintores rusos del siglo 20 y se ha fijado en este detalle: los del régimen anterior no existen. Lo mismo hemos apreciado con otros símbolos de esa época como esculturas en plazas públicas o a la entrada de las ciudades. En Polonia, Eslovaquia y República Checa han sido eliminados a conciencia. En Ucrania, Moldavia, Rumanía y Bulgaria,  se pueden todavía, especialmente los que hay a la entrada de los pueblos.

Plaza del casco antiguo

Praga, Puente de Carlos

Praga

Praga

El muro de John Lennon
Ya os he comentado que en este “primer mundo” los policías no te perdonan una multa. Pues eso es lo que pasó en República Checa. Un policía se dio cuenta de que no llevaba la pegatina del peaje de las autopistas. Aquí no se paga peaje como tal sino que compras en las gasolineras una pegatina, la llaman “viñeta”, que colocas en el parabrisas y listo. El poli ni pestañeó, me cascó la multa sin conversar amablemente, sin hablar de España y su sol, sin hablar del Real Madrid o del Barcelona, ni de la selección española de fútbol ni de la crisis. Estilo Europeo, sequedad, multa y apáñate como puedas. Grrrr, !que asco! Ya había oído comentarios negativos acerca de los checos, gente antipática que va a lo suyo. Todo cierto. Menos mal que la multa no era cara: 20€

ESLOVAQUIA

¡Qué placer de frontera! No tuvimos ni que parar, es decir: frontera inexistente. Bendita sea la Unión Europea. De Polonia a Eslovaquia pasamos sin darnos cuenta. Además este país, Eslovaquia tiene el Euro por moneda; miel sobre hojuelas. Qué cómodo pagar con nuestro propio dinero. También ¡bendito sea el invento de la moneda única en Europa!
Sólo estuvimos un día en este país. Entramos por la zona montañosa que lo separa de Polonia por el norte y descendimos hasta Liptovsky Mikulas, un pueblecito a orillas de un lago en un entorno natural muy agradable. Allí nos llevamos un chasco. Bueno, el chasco me lo llevé yo porque había planeado ver en el hotel la carrera de Fórmula 1 pero el dueño me dijo que el hotel quedaba cerrado hasta las 4 de la tarde. A Ale y a Sofía la fórmula 1 les importa tanto como la física cuántica. Nos fuimos a comer a un restaurante de tipo estadounidense, se llamaba “Route 66”. Allí, además de buenas hamburguesas había buen internet y buena televisión por cable. Así pude ver bien la remontada de Fernando Alonso hasta el segundo puesto en Monza. Paseo por la orilla del lago, después por el centro del pueblo, cenita en la cocina del hotel y a la cama. Por la mañana alucinamos cuando empezaron a llegar cantidad de currantes al hotel, justo cuando desayunábamos. Eran trabajadores que venían el lunes a pasar la semana en la construcción de un edificio vecino. Todos venían con su tartera para toda la semana; un espectáculo ellos para nosotros y un espectáculo nosotros para ellos porque nunca habían visto a un trío de turistas españoles por esos pagos.



También observamos buen nivel en este país. Carreteras impecables, buena autopista hasta la frontera con República checa, pueblos urbanizados a la perfección y campos bien organizados y cuidados, sin bañeras para guardar agua del ganado ni somieres en lugar de puertas en los cercados. Esto parece ser sólo típico de España (una vergüenza).

POLONIA

De Ucrania a Polonia pasamos por la última frontera con trámites aduaneros porque a partir de ahí ya íbamos a circular por países de la Unión Europea,  ¡bendita sea! Para no faltar a la tradición, el paso fronterizo se hizo lento y con colas (y con los típicos listos que se cuelan por todos los lados). Tardamos unas dos horas. Lo primero que nos llamó la atención fue el cambio a mejor que se apreciaba en Polonia. Hace dos años pasamos por aquí camino de Rusia y vimos cantidad de carreteras maluchas, muchas obras, autopistas a medio hacer, mal acabadas, pueblos con sabor a tiempos pasados (comunismo), en definitiva, un país en vías de desarrollo. Esta vez, de “vías de desarrollo”, nada de nada. Carreteras perfectas, señalización impecable, autopistas como las alemanas, pueblos perfectamente urbanizados con casas bien mantenidas y pintadas, postes y farolas verticales en plan maniático, mobiliario urbano perfectamente dispuesto y mantenido. Parecía que estábamos en Alemania. Impresionante el cambio. Es una satisfacción y un orgullo ver cómo con la ayuda de la UE, incluida España, los países que se han adherido, los provenientes del bloque del Este, han experimentado una subida de nivel palpable. Por el contrario, el paso a Polonia dignificó el fin de los países “amables”, es decir aquellos en los que cuando tienes un problema con el coche los mecánicos sueltan lo que tienen en las manos y se entregan a ayudarte, donde te hacen una chapuza y no te cobran, donde te para la policía por exceso de velocidad y, tras una conversación simpática te perdonan la multa, donde los problemas siempre se arreglan de manera suave, donde comer te cuesta 3 euros y la gasolina casi la mitad. Nosotros estamos más a gusto en este “hábitat”.
Otra cosa me llamó la atención. Había cantidad de radares. Sin exagerar, pude ver cámaras en la entrada y salida de cada población y en tramos rectos de carretera. En un tramo de 300 Kms conté 70. Lo que no llegué a entender es cómo los polacos pasan por las zonas con radar a toda velocidad. Yo respetaba los límites de velocidad por no llevarme una multa, pero los locales me adelantaban como posesos. ¿Será que los radares son falsos (imitaciones de plástico)? ¿Será que no funcionan (falta de mantenimiento)? ¿Será que los del lugar saben cuáles están rotos?¿Será que en Polonia no se pagan las multas? Un misterio.
No recuerdo haber visto una ciudad tan bonita como Cracovia en toda mi vida. Tiene un centro histórico impresionante, no por grande menos interesante. Aparte del barrio antiguo tiene un castillo/ciudadela que quita el hipo. Ya habíamos oído hablar bien de este sitio, pero lo visto supera las expectativas con creces. Altamente recomendable.
La plaza del casco antiguo de Cracovia

Patio de armas del castillo ce Wawel. Cracovia

Autobús Skoda de 1955

Igual que el primer coche que tuvo mi padre
Cracovia
 Fuimos a dar con un hostal formidable, un chalet de un señor mayor con jardín, habitación confortable, buenas camas, buen internet. Estuvimos dos noches. Cerca de esta ciudad está el campo de exterminio nazi de Auschwitz. A ninguno de los tres nos apeteció la visita. Mucha amargura concentrada. De aquí salimos hacia Eslovaquia por carreteras secundarias atravesando paisajes estupendos, suaves colinas, bosques, inmensos campos labrados y pueblecitos que parecían de Suiza.


LVIV

Nuestro siguiente destino era la segunda ciudad de Ucrania: Lviv, 540Km. Para evitar una jornada de carretera larga decidimos parar en Lutsk. La guía decía que valía la pena y así fue. Había un casco antiguo con un castillazo tremendo, además de otros edificios antiguos interesantes. Nos metimos a cenar en un restaurante donde sólo había una mesa ocupada por varias mujeres mayores, parecía como si se tratara de la despedida de una de ellas que se jubilaba, vete a saber. El caso es que además había un equipo de música que operaba un señor mayor que se ponía a dirigir una orquesta inexistente. Al rato se pusieron a cantar a grito pelado dos hombres. No entendíamos nada. Parecía un bautizo sin niño o una boda sin novios. La camarera, muy simpática, nos trajo lo que le vino en gana porque no conseguimos entendernos con ella. Ni tenían menú en inglés ni ella sabía una palabra que no fuera ucraniano. Nos habló y a todo le dijimos que sí. Cenamos una ensalada de pollo con piña, una carne en salsa y yo algo que todavía no he podido identificar. Todo muy bueno.
El Castillo de Lutsk
Nuestro hotel en Lutsk 
Hotel en Lutsk
Viejos camiones rusos

Monumento socialista
Camino de Lviv paramos a cambiar el aceite a la furgoneta. Habíamos hecho más de 17.000Kms desde Madrid. Junto al taller había un café cuyo váter era de tipo letrina, es decir un agujero en el suelo y todo el fandango a la vista. África profunda, con su olor y todo. Gran contraste con la gran ciudad que es Lviv, con sus pomposos edificios de antes del socialismo, su ópera y sus zonas turístico-peatonales.
Es curioso cómo se gestiona el aparcamiento del coche en las ciudades. En un principio nos decimos: “Dios mío, dónde metemos el coche, en medio de una gran ciudad, con aparcamiento regulado, atascos, miles de automóviles, policía vigilando,…” Al final siempre encontramos, o nos encuentran, un aparcamiento junto al hotel. La cuestión de la seguridad es también un tema para comentar. En ningún país, ciudad, pueblo o campo hemos percibido el más mínimo indicio de inseguridad. Eso es una cosa que se aprecia. Notas que nadie presta la más mínima atención al coche, ni ves tipos sospechosos por ningún lado. A lo mejor es pura chiripa, pero de momento no hemos tenido el más mínimo percance (léase robo) y eso que a veces nos dejamos la cámara de fotos a la vista o el GPS. Tampoco es que tengamos otros objetos de valor en el coche.
Fuimos aquí por dos razones, porque estaba en nuestro camino hacia Polonia y porque había leído no sé dónde que era un buen lugar para hacer excursiones por los Cárpatos. Lo de camino a Polonia bien, lo de hacer excursiones a la montaña, mal. Supongo que a lo que se refería la recomendación era a contratar algo en alguna agencia de viajes. Por lo visto esta ciudad es una base para irse a esquiar. Como lo nuestro no es esquiar ni contratar nada con agencias, nos quedamos sin paseo por los Cárpatos. En realidad lo que nos apetecía era una marcha de un día por algún sendero de montaña. Otra vez será. Lo que sí hicimos fue patear la ciudad a base de bien. Ésta es una de las más importantes de Ucrania. Ha pertenecido a Polonia en alguna fase de su accidentada historia. Aquí también intentamos ir a ver ballet, pero el calendario no coincidió por un día. Visitamos la parte antigua que está en “vías de desarrollo”.  Muy bonito el edificio de la Ópera y otros de la zona central. Mucho ambiente y cantidad de restaurantes. Nosotros elegimos uno italiano llamado “Celentano”: excelente comida.
Ucranianas
Lviv
Palacio en Lviv
Banda callejera. Sonaba muy bien.
¿Cual es el nombre de la calle?
Yo proveché para llevar el coche a reparar una chapa del tubo de escape que se había soltado. Preguntando aquí y allá di con un taller estupendo (african style) donde me soldaron la chapita que ya me habían apañado saliendo de Kiev. El precio, una barbaridad, dos euros. También visitamos un museo de pintura donde, aparte de muchos cuadros estupendos, vimos tres del artista ruso Alexander Deyneka. Lo conocíamos por una exposición que hubo hace un par de años en la Fundación March, en Madrid. Este artista era de la era estalinista de la URSS y, al parecer, fue “castigado” por el régimen por haberse apartado de la línea oficial. Le expulsaron de la academia donde impartía clases. Eran los últimos años de Stalin y si no pintabas obreros con el puño en alto o mujeres empuñando un kalashnikov estabas marcado. Con la muerte de Stalin fue rehabilitado.
Pintura de Deyneka

Otro cuadro de Deyneka
Museo de pintura de Lviv
Saliendo de Ucrania hacia Polonia dimos con la peor carretera del viaje. Unos 30 Kms de asfalto roto que nos obligaba a hacer “slalom” para sortear los agujeros. Este país tiene las peores carreteras del viaje, lo cual no significa que no se pueda circular. De los 2000Kms que hicimos en este país, unos 50 fueron por calzadas a nivel africano y unos 300 por asfalto rugoso. El resto OK. Se puede soportar.
Después de un tramo con barro

Carretera ucraniana